Se le preguntan esas cosas por (hasta donde puedo decir) dos razones. Una es simplemente observar su comportamiento. La idea es que alguien que oculta algo dará respuestas conflictivas, vagas o demasiado detalladas a preguntas simples.
La otra es buscar información real que pueda ser usada para distinguir a los contrabandistas de los viajeros. Por ejemplo, una vez tuve la siguiente conversación con la señora de la frontera:
“¿Cuánto duró su viaje?”
“10 días”.
“¿A dónde fue?”
“El Triángulo de Oro: norte de Tailandia y este de Birmania”. “
"¿Viajó usted solo?”
“Sí”.
“¿Conoció a alguien mientras viajaba?”
“Claro, docenas de personas”.
No hace falta decir que todo lo que llevaba fue examinado minuciosamente. No sabía que se podía desmontar un bolígrafo Bic.
¿Tiene que responder? No, puede negarse a responder si es ciudadano americano, pero piénselo.
En general, debe ser extremadamente reacio a responder cualquier pregunta sobre sus propias actividades de las fuerzas del orden. Puede que piense que no ha hecho nada malo, pero ¿tiene el Código de los Estados Unidos grabado en su memoria? Dicen que el americano medio comete tres delitos al día ; no quieres confesar accidentalmente el tuyo.
Pero si pasas por un control fronterizo, te van a hacer preguntas. No están tratando de incriminar a gente inocente; están tratando de resolver los contrabandistas. Si no respondes, tienen que ponerte en la categoría de “tal vez contrabandista” y revisar todas tus pertenencias.
Así que mi consejo:
- Si has hecho algo en tu viaje que pueda atascarte con los federales (visitaste Cuba, negociaste con un país sancionado) pero tu equipaje está limpísimo, declina responder a las preguntas y déjalos hurgar en tu ropa interior.
- Si fue un chico travieso y le trae unos gramos de buenos recuerdos, sonría cortésmente y diga, “Sólo me quedé en la playa dos semanas”
- De lo contrario, responda a las preguntas cortésmente, con precisión y concisión.