Los billetes flexibles merecen la pena si y sólo si es muy probable que necesites cambiar los billetes con poca antelación.
Si estás en un viaje de negocios de duración incierta (por ejemplo, negociando un contrato), este tipo de cosas son frecuentes, y un billete flexible que cuesta 1.000 dólares es un mejor negocio que un billete fijo que cuesta 500 dólares, más un 50% de probabilidades de tener que pagar una tarifa de 2.000 dólares, especialmente si esa negociación se alarga y acabas cambiando tu reserva dos, tres o cuatro veces. Uno de mis anteriores empleadores exigía que todos los billetes comprados por adelantado fueran flexibles por esta misma razón.
Si eres un mochilero, en cambio, es poco probable que esto ocurra y te resultará mucho más barato comprar billetes fijos y elaborar tu propio calendario en torno a las fechas fijadas. En el caso de tu billete barato, la “tasa de cambio” es además de la diferencia de tarifa, por lo que el coste total con un cambio de última hora ascendería a 500 dólares (billete original) más 125 dólares (tasa de cambio) más la diferencia entre el precio original y la tarifa sin escalas (potencialmente |>1000 dólares).
Tenga en cuenta que las condiciones de los billetes flexibles varían, y que muchos de ellos _cobran también la diferencia de tarifa. Sin embargo, dado que las tarifas flexibles son más caras en primer lugar, en las rutas más concurridas y con cierta capacidad disponible, la diferencia de tarifa con el asiento más barato disponible suele ser nula.